lunes, 5 de mayo de 2014

Una comicidad irresistible

El autor pone de manifiesto su opinión acerca de estas bromas inofensivas que se ven traducidas en algo mucho más serio de lo que en  realidad debería.
Todas estas bromas que suelen hacer algunos famosos (si, los famosos, porque nos importa demasiado lo que dicen) en algún momento en el que no se encuentran en plenas facultades o que, simplemente, no querían haberlo dicho no deben tomarse nunca en serio, porque, de todas formas, el humor negro, la ironía, y el sarcasmo, cargados de malicia inocua son derecho de cada uno a ser expresados, y si ofende a alguien es que no le gusta mucho reírse a gusto. Y, para mí lo más importante, hay que saber reírse de uno mismo. Que no te afecten los comentarios irrisorios que puedan decir de ti, simplemente para pasar un buen rato contigo (si es a costa de ti, mal vamos), porque sino, los que te rodean tendrán que andar con pies de plomo y no es plato de buen gusto para nadie.
Pero tampoco hay que pasarse y vivir haciendo comentarios hirientes, porque tampoco te augura un futuro con amigos. Estás en tu completo derecho a decir ese tipo de cosas, pero los demás también están en su más que racional derecho de alejarse de ti. Hay que saber convivir con las personas, pero también sobrellevar con gracia los defectos de cada uno y no sentirse infeliz por ellos.

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