Al
igual que el autor, yo también soy un fanático de las series, pero hoy en día,
¿quién no lo es? Teniendo desde series de humor hasta series trepidantes con personajes
memorables, son el nuevo sustituto de las películas. Antes, en tiempos
primerizos de la televisión, habiendo sólo dos canales en donde elegir, no
había mucho empeño en conseguir un buen plantel de actores o directores y
lograr resultados dignos de Hollywood.
Con el poco dinero del que
disponían, se las ingeniaban para que todo el mundo se quedara pegado al
televisor hasta que acabara. Eso significaba que contaban con protagonistas con
fuerza o, como bien dice Fernando Savater, personajes de carácter y destino.
Si bien por aquella época no se
llegaba al nivel de las superproducciones de películas, hoy en día se está
realizando gracias al dinero, esfuerzo y plantel que se destinan a las series
de televisión, ya no consideradas un subproducto de su hermana mayor, sino como
un ente independiente que, en ocasiones, traslada esos actores y directores que
han logrado poco éxito o, digamos, que
han pasado desapercibidos en la gran pantalla y les dan la importancia que se
merecen como protagonistas o actores secundarios con gran peso en la pantalla,
o guionistas de la serie del momento.
O a la inversa, cuando los
personajes han alcanzado un reconocimiento considerable y saltan al cine, como
lanzamiento de su carrera artística; pero con las series también se consigue
ese estrellato, aunque esté infravalorado. Tarde o temprano, lograrán una
importancia equiparable a las películas, siendo las dos queridas y odiadas a
partes iguales.
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