El autor se muestra partidario de la escuela diferenciada. Piensa que ofrece calidad educativa y que no supone la segregación. Nosotros pensamos que la educación diferenciada puede ofrecer algunas luces, pero también muchas sombras.
En algunos países donde se optó por la educación mixta y universal están creciendo las experiencias de educación diferenciada. Los responsables educativos se basan en criterios pedagógicos y evolutivos.
Se dice, por ejemplo, que el desarrollo emocional distintos de hombres y mujeres favorece un ámbito distinto de estudio y aprendizaje. También que las capacidades intelectivas de los niños y de las niñas se desarrollan mejor en el ámbito homogéneo que supone la segregación de sexos en la escuela. Por ejemplo, la capacidad matemática y espacial, la comunicación verbal, etc... se desarrollan en períodos distintos para hombres y mujeres.
Algunos pedagogos dicen también que las clases mixtas no favorecen la capacidad de concentración y que en la adolescencia es fácil que un chico o una chica se pase las clases pensando "en otras cosas".
Frente a estos argumentos favorables a la escuela diferenciada hay otros de mucho peso que están en contra.
Las escuelas mixtas favorecen la convivencia entre sexos, son escuelas de la vida futura, sirven de lugar de experimentación para resolver conflictos, permiten un amplio abanico de experiencias que serán claves en el desarrollo personal.
Pero hay un argumento mucho más importante a favor de la educación mixta. En el mundo moderno, sólo en los ámbitos deportivos (es un ejemplo-trampa del autor) se segrega a hombres y a mujeres y la razón fundamental, si se nos permite, es la "fuerza bruta". En todos los demás sitios los hombres y las mujeres viven, sienten, aman, trabajan, se relacionan y están juntos. Nuestra pregunta es: ¿porqué separarlos en la escuela?
En definitiva, creemos que la educación diferenciada puede aportar algunas soluciones, pero que deja sin resolver las interrogantes más urgentes de la educación de nuestros niños y jóvenes.
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